El cerdo y el camello

El cerdo y el camello

Fábula corta para niños: El cerdo y el camello

 

Érase una vez un país muy lejano, de esos que nadie sabe señalar en los mapas. Pues bien, en este país se dio una curiosa casualidad el día en que un cerdo y un camello se conocieron. Como jamás habían visto a un animal como el otro, y además eran bastante orgullosos, pronto comenzaron a alardear de sus cualidades:

  • Los animales más distinguidos siempre somos los más altos —dijo el camello—, de seguro nunca habías conocido un animal tan alto y distinguido como yo.

Pero estas palabras no hicieron que el cerdo se sintiera inferior, sino todo lo contrario:

  • ¡Qué equivocado estás, camello! —Le respondió el cerdo—, ¡No hay nada mejor que ser bajo de estatura!

 

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Aunque el camello siguió manteniéndose en su posición.

  • Este es un asunto que debemos resolver —dijo el camello—, y solo podremos hacerlo a través de una prueba. Tan convencido estoy de que es mejor ser alto, que si no logro demostrártelo, entonces, ¡me quitaré la joroba!
  • ¡Ah! ¡Pues acepto tu reto! —respondió el cerdo—, y si yo no logro demostrarte que es mejor ser bajo, entonces, ¡me quitaré el hocico!

Dicho esto, ambos iniciaron un viaje para encontrar esa prueba que permitiera saber de una vez por todas quién era el más distinguido, si el cerdo o el camello. Así, tas caminar un buen rato, llegaron a un jardín rodeado por completo por un grueso muro de piedra sin ninguna puerta para entrar en él.

Al pararse frente al muro, el camello pudo ver en su totalidad el hermoso jardín. Solo con estirar su largo cuello pudo comer hojas y tallos de las más deliciosas plantas. Una vez terminado el festín y sintiéndose saciado, miró hacia el cerdo, que había permanecido detrás del él, incapaz de ver lo que había dentro del jardín por su baja altura.

  • ¿Y bien? ¿Prefieres ser alto como yo y poder disfrutar de grandes festines, o prefieres seguir siendo bajo? —Preguntó el camello mientras reanudaba su paso.

El cerdo no dijo ni una palabra, y unos minutos más tarde llegaron a un segundo jardín.

Este jardín estaba cubierto por un muro alto, altísimo, mucho más alto que el camello. No obstante, en medio de aquel muro había una pequeña puerta por la cual el cerdo pudo pasar sin ningún problema. Una vez dentro, además de encontrarse con un hermoso jardín, halló un huerto lleno de deliciosos vegetales que pudo devorar con gusto.

Tras darse un gran festín, el cerdo volvió hasta donde se encontraba el camello, donde este inútilmente trataba de mirar por encima del muro.

  • ¿Entonces? —El cerdo preguntó riéndose—, ¿prefieres ser bajo o prefieres ser alto?

Y el camello no contestó. Sin embargo, aquellas pruebas hicieron que ambos reflexionasen y se dieran cuenta de que su discusión era tonta, pues había cosas buenas para ser alto y también para ser bajo, por lo que no había razón para que el camello perdiera su joroba o para que el cerdo perdiera su hocico.

 

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Y así fue como los dos animales supieron comprender sus diferencias y convinieron terminar la discusión y celebrar cómo eran, con sus ventajas y desventajas, en lugar de discutir.

 

Moraleja de la fábula del cerdo y el camello

 

La moraleja de esta fábula, amiguitos, es que no debemos compararnos con los demás, ya que todos somos distintos y tenemos cualidades que nos hacen especiales a nuestro modo. Nuestras cualidades pueden hacer que algunas nos cuesten más y otras menos, pero todos debemos pasar por esas situaciones más complejas y procurar salvarlas de la mejor manera, pues aprender a ser fuertes valorándonos a nosotros mismos es la mejor de las cualidades posibles.


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